Siempre he creído que para hacer buenas frases de amor se necesita inspiración, constancia y mucha dedicación. Es decir, para que te salga esa frase o cita fantàstica que quieres decir a la persona que más amas, necesitas muchas cosas juntas para que te salga una buena sentencia. Con esto no quiero decir que la creación de estas frases de amor estén a la altura de muy pocos. Tampoco es así.
Lo que intento decir es que antes de escribir alguno de estos pensamientos que nos vienen a la cabeza, primero debemos estar preparados. No sale cuando queremos. La inspiración, como casi todo en esta vida, nace de la espontaneidad, de lo no programado. De lo no pensado. Y las frases de amor, en este sentido, no son una excepción.
Si bien es cierto que muchas personas, a lo largo de toda la historia de la humanidad, han dicho alguna frase interesante para contar. No es menos cierto que eran grandes autores. Personas que tenían inspiración y sabían aprovecharla en el momento oportuno. Estoy hablando, cómo no, de grandes personajes del amor. De grandes autores que escribieron miles y miles de frases de amor que aún hoy recordamos como si fuera ayer.
Estamos hablando, pues, de gente como William Shakespeare. Que, para muchos –y yo me incluyo-, fue el más grande de todos los autores de Inglaterra. Y, para otra mucha gente, de todo el mundo. Este personaje escribió lindas y bonitas frases de amor que aún hoy aparecen en libros y libretas de todo el mundo.
Shakespeare es de esos autores que gusta tanto a gente veterana o con experiencia como a los novatos. Gusta a mayores y jóvenes. Los jóvenes ven en él una fuente de fuerte inspiración para sus frases de amor. Y la gente mayor lo ve como un referente en cuanto a la literatura.
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